Cuanto más me adentro en la realidad industrial de nuestro país, más me doy cuenta del gran desorden y desorientación que hay en torno a la Industria 4.0 (I40). Si todo sigue igual, 2017 será el año del gran desconcierto.
En general, los responsables de operaciones de las empresas muestran desconfianza y escasa formación en las tecnologías habilitadoras por lo que es difícil que el proceso de implantación se acelere. Y cuando un responsable de operaciones ve claramente las posibilidades de mejora, por ejemplo reducir paradas de máquinas o un mantenimiento predictivo, lo que aparece es el dilema interno de quién debe liderar este proceso, si el responsable de operaciones o el de sistemas.
Por otra parte, las grandes empresas y las pymes también opinan de manera distinta en cuanto a la implementación de las tecnologías habilitadoras. Los pequeños empresarios consideran que las grandes empresas no apuestan por la implantación de estas tecnologías. Por otro lado los representantes de la gran industria piensan que las empresas facilitadoras e integradoras son incapaces de justificar los beneficios de estas tecnologías para la industria.
Sin liderazgo político
El desconcierto empeora a medida que ascendemos al ámbito gubernamental. Si preguntamos ¿Quién lidera la política de I40 en España? Sinceramente, creo que no hay una respuesta clara. En el nuevo ejecutivo se ha suprimido el ministerio de Industria y se ha desgajando su actividad entre el ministerio de Economía e Industria y el ministerio de Energía y Agenda Digital. Los dos ministerios tienen encima de la mesa el apoyo a la transformación de la industria, pero esto no va a ser fácil si no hay un interlocutor único, tal y como señalaban los empresarios vascos a finales de 2016.
Frente a esa desmembración del ministerio, podríamos pensar que aún nos queda la estrategia 4.0 que la Secretaria General de Industria, Begoña Cristeto, presentó en noviembre de 2015 y que se ha implementado de forma muy desigual. Pero Cristeto ha advertido en numerosas ocasiones que la agenda digital debe potenciar el desarrollo de los habilitadores de la I40, pero eso no depende de su Secretaría General.
Crisis en AMETIC
Este ambiente general de confusión también ha llegado a AMETIC, la mayor asociación de empresas tecnológicas de nuestro país. La crisis de la asociación evidencia la gran distancia entre los intereses de las grandes empresas y las PYMES. Desde AMETIC se respondió con agilidad a la invitación política de constituir una Comisión de Industria 4.0, algo que se hizo en junio de 2015. Actualmente la presidenta es Verónica Pascual, CEO de ASTI y una de las mayores impulsoras de la Industria 4.0 en España. A nadie se le escapa que la crisis institucional por la que atraviesa la asociación no ayudan a ordenar una oferta de habilitadores tecnológicos que esté a la altura requerida para dar respuesta a la tan manida cuarta revolución industrial.
Aún nos quedan los Quijote
Si tuviera que elegir un único motivo que explique este “desorden de la Industria 4.0 en España”, no sería otro que la falta de colaboración. Algo que, además, he repetido hasta la saciedad en numerosas ocasiones.
¿Por qué colaboramos tan poco ante una oportunidad de desarrollo económico como pocas hemos tenido en los últimos años? La verdad es que no tengo respuesta, pero me inclino a pensar que por lo mismo que nuestros máximos líderes políticos son incapaces de ver en las tecnologías de vanguardia una prioridad para el país. Está ocurriendo lo mismo de siempre, cada territorio va a lo suyo.
Afortunadamente esta queja expresada en voz alta no describe, en absoluto, la realidad de lo que está pasando porque, como diría una buena amiga, España está llena de Quijotes. Hay mucha gente haciendo cosas muy serias. Hay pequeñas y medianas empresas aportando soluciones tecnológicas muy avanzadas de industria 4.0 a nuestro sector industrial.
Cuando participo en conferencias o me invitan a dar clases sobre Industria 4.0 y tecnologías habilitadoras, suelo decir que la empresa que está teniendo un papel más activo en Industria 4.0 es SIEMENS, gracias al liderazgo de Rosa García. Y saben qué, que me encantaría referenciar alguna gran empresa española pero no la encuentro. Esta es otra forma de ver el desconcierto. El conocimiento llega de fuera, no hay un movimiento suficientemente contundente de las grandes empresas tecnológicas españolas.