En marzo de este año, en la presentación de resultados de Mercadona, Juan Roig nos dejaba esta frase, franca, sincera y directa a la diana: »El trabajo de los empresarios es crear riqueza y el de los políticos, que nos digan qué va a pasar a cinco o 10 años en España, y eso es difícil porque ser político no es una cosa nada fácil. Pero es su trabajo: para eso los elegimos y para eso los pagamos».
Esta reflexión, de uno de nuestros grandes empresarios que, por cierto, está construyendo un impresionante ecosistema de inversión y desarrollo de startups en España, me proporciona la primera base argumental de este artículo. Aunque me considero un liberal convencido, debo afirmar que la industria española necesita de mucha más política, o simplemente política, dada la zona de incertidumbre en la que seguimos estancados.
Los responsables políticos del ámbito industrial de los últimos gobiernos han sido más bomberos que estrategas. Les ha preocupado más retener las inversiones de las multinacionales que hacer un país atractivo para captar capital. Y, es bien sabido, que la falta de planificación y estrategia, en cualquier tipo de organización, al final pasa factura. Hablar de política industrial en España es quedarse en la ilusión, en algo que no existe, y pronto lo pagaremos. Es realmente desalentador pensar que tenemos una gran oportunidad para ser realmente competitivos, pero que carecemos de líderes entusiastas, con visión estratégica y, sobre todo, que impriman la agilidad que requieren los tiempos en los que vivimos. La política industrial no se improvisa.
España reúne los elementos para desarrollar un importante ecosistema tecnológico alrededor de la industria. Si lo hacemos bien, tendremos claros beneficios, desde la generación de riqueza, a la creación de nuevos empleos.
En el último encuentro de las Telecomunicaciones, organizado por Ametic, la ministra de Economía, en funciones, Nadia Calviño, reiteraba la intención del Gobierno de aumentar la inversión en I+D+i, que actualmente está en el 1,4 % del PIB, pero con la imprescindible colaboración de la empresa privada. Textualmente, dijo: “Es necesaria la implicación de todos, y que el sector privado tenga iniciativa. Mi puerta siempre estará abierta”. A veces, el talante se aprecia en los matices. Quizás la ministra tendría que haber dicho: “Iré a buscar la colaboración, y a conocer las iniciativas de las empresas”.
En España, las empresas industriales, en su mayoría, están en proceso de transformación. Muchas ya saben perfectamente hacia dónde quieren encaminar su digitalización. Así lo comentaba Jaime Barba, CEO de GoAigua y ejecutivo de Global Omnium, recientemente en una entrevista. Pero, además, en los últimos años, las grandes corporaciones han desplegado numerosas iniciativas de incubación de empresas. Precisamente, Global Omnium, a través de sus programas de Venture, invertirá ocho millones de euros, este año, en apoyar a startups.
La empresa privada española es la que está teniendo iniciativas, la que está empujando la innovación y el desarrollo. Pero aún queda mucho camino por recorrer y sería deseable un compromiso mayor de las administraciones. Pero no con las típicas medidas de colaboración público-privada, que generalmente se quedan estancadas en la Universidad. Una tesis que argumenta perfectamente mi querido amigo Paco Jariego cuando dice que en la universidad española se produce ciencia y tecnología, pero no fluye hacia las empresas. Las medidas deben ser valientes y globales.
Para ser prácticos, voy a enumerar los diez asuntos que, desde mi punto de vista, deben abordar nuestras industrias para no perder el tren de la Industria 4.0, y a reflexionar, a continuación, sobre el papel de las administraciones.
- Impulso, por parte de las empresas, de un cambio de estilo de liderazgo. Deben tener mayor sensibilidad y conocimiento sobre los nuevos modelos de negocio en el ámbito digital.
- Formación en nuevas habilidades.
- Definición, imprescindible, de una hoja de ruta interna de transformación de la organización.
- Fomento de la comunicación interna, eliminando los silos, y “reinos de taifas”, que impidan abordar nuevos retos.
- Desarrollo, por parte de cada empresa, de su propio ecosistema tecnológico especializado.
- Definición y promoción mediante publicidad de las buenas prácticas.
- Creación de equipos de alto rendimiento para generar innovación.
- Colaboración, colaboración y colaboración.
- Asignación de equipos y presupuesto para proyectos de inversión.
- Inclusión de la Industria 4.0 como un objetivo país.
He cerrado la lista el término “objetivo país”, porque ese debe ser el talante y la actitud de la política industrial. En muchas de estas medidas, el Gobierno central, y las comunidades autónomas, tienen un importante papel que jugar, sobre todo, porque tienen la capacidad normativa y el poder real de impulsar la colaboración. Ese es su gran papel. Pueden fomentar ecosistemas que faciliten la adaptación de nuevos modelos de negocio.
De todo esto, y de muchísimo más, hablaremos los días 1 y 2 de octubre en Valencia durante el III Congreso de Tecnologías Emergentes para Ecosistemas 4.0, conocido como Foro Emergentes. Un lugar de reflexión, cercano y real, sobre la industria y la tecnología, con sus verdaderos protagonistas. Analizaremos el momento actual, de implantación de la Industria 4.0 en España, con todos los diferentes actores del ecosistema, entre ellos, Jaime Barba y Paco Jariego.
Artículo publicado en Innovadores (La Razón)